Este proyecto fue un ejercicio de diseño minimalista, donde buscamos crear un espacio armónico que favoreciera la integración de cada uno de sus ambientes. El color blanco se eligió como protagonista, no solo por su capacidad de ampliar visualmente los espacios, sino también porque queríamos que las obras de arte del cliente fueran las auténticas protagonistas. El diseño interior, cuidadosamente curado, no compite con las piezas artísticas, sino que las complementa de manera sutil, permitiendo que se destaquen sin distracciones. La terraza, con su impresionante vista, se incorporó de manera natural en el diseño del apartamento. La vegetación seleccionada se integró en el interior, creando una conexión fluida entre el espacio cerrado y el exterior, permitiendo que la terraza se sintiera como una extensión natural del hogar. Este proyecto refleja un balance perfecto entre la sencillez del diseño y la complejidad del arte, ofreciendo un espacio único y personalizado.