Este apartamento fue adquirido sobre planos, pero al recibirlo, sus propietarios sintieron que no reflejaba por completo su personalidad y estilo de vida. El reto era transformar los espacios estándar en un hogar acogedor y auténtico, donde cada elemento tuviera un propósito y una historia. Para lograrlo, se apostó por una paleta de colores cálidos y neutros, combinando madera, tonos grises y acentos en negro, que aportan sofisticación y equilibrio. Se diseñó un mobiliario funcional y de líneas limpias, con detalles en texturas naturales que brindan profundidad y calidez. Uno de los cambios más significativos fue la integración de la sala con un mueble a la medida, que no solo enmarca la chimenea y la televisión, sino que también incorpora almacenamiento oculto y estanterías expuestas para exhibir objetos personales. La iluminación indirecta resalta los volúmenes y genera un ambiente envolvente y acogedor. Las amplias ventanas permiten que la luz natural bañe el espacio, resaltando la riqueza de los materiales y estableciendo una conexión visual con la ciudad. En conjunto, cada decisión de diseño ayudó a convertir este apartamento en un reflejo fiel de quienes lo habitan.